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un deporte para todos

sábado, 27 de octubre de 2012

ARTÍCULOS DE OPINIÓN


La hermana mediana    http://youtu.be/uadEGg8F0eY
ALMUDENA GRANDES 31/07/2011
Todo empezó en la playa durante un soleado, plácido fin de semana del mes de mayo.
Su madre siempre había sido gorda. En sus retratos de cría, un poco menos que en el de su primera comunión. En éste, algo menos que en las fotos que se hizo con su novio antes de casarse. En la de su boda, a cambio, ligeramente más delgada, y después de cada parto, más y más gorda cada vez. Su padre, sin embargo, había sido un niño flaco, un muchacho atlético, un joven fuerte, pero fibroso. Ahora estaba casi tan gordo como su madre, igual que su hermano mayor, que siempre había sido gordo, como ella, que nació con cuatro kilos y medio para seguir rompiendo, mes a mes, todas las gráficas del pediatra, como sería muy pronto su hermana pequeña, aquella niña tan mona, tan graciosa en las funciones de fin de curso de la guardería, que a los nueve años ya tenía pechos, caderas anchas de mujer achaparrada.
Ellos eran así, siempre habían sido gordos, y eran felices. Se llevaban bien, se querían, se reían, y los fines de semana se iban al apartamento que tenían en la playa para disfrutar del mar y de tres inmensas neveras portátiles. Así empezó todo. La hermana mediana miró a su padre, a su madre, a su hermano mayor. Miró después su propia barriga desparramándose sobre sus inmensos muslos, y se preguntó si toda la vida iba a tener que llevar un bañador negro. Entonces se levantó, anunció que se iba a dar un paseo y caminó dos kilómetros. Cuando llegó a la punta, se metió en el mar. El agua estaba helada, pero nadó hasta que empezó a sentir calor, e inmediatamente después, que se ahogaba. Se detuvo a recuperar el aliento, nadó de nuevo, se paró otra vez, repitió la operación varias veces y volver fue más fácil, porque las olas la ayudaron, la empujaron hasta la orilla.
Al reunirse con su familia estaba muerta de hambre, porque había forzado el paso para no retrasarse demasiado, pero su determinación sobrevivió a las tarteras que su madre había apilado sobre una mesa plegable. Se comió un filete empanado, sin pan, y una raja de melón. Cuando renunció al helado, su padre le preguntó si se sentía mal. Ella contestó que no, se levantó y echó a andar por la playa en dirección contraria.
En el atasco del domingo por la noche se decidió a pedir cita en el centro de salud. Su médico de cabecera casi se echó a llorar al escucharla. Luego descolgó el teléfono, habló con una endocrina amiga suya y la mandó a su consulta inmediatamente, no fuera a arrepentirse. Estuvo a punto, pero al final entró y le contó la verdad. Que ella no podía hacer dieta, porque adoraba a su familia y todos eran tan gordos o más que ella. Que no quería ofenderles, que no quería insultarles, que no quería problemas. La doctora la miró a los ojos y le prometió que no los iba a tener. Voy a enseñarte a comer, le dijo, con eso será suficiente.
Desde entonces comía cinco veces al día. Por la mañana se llevaba al instituto una manzana, un par de albaricoques o un puñado de cerezas, y cuando su padre se ofrecía a llevarla en coche, le decía que no, que prefería ir a pie, para despejarse. Pronto descubrió que si hacía el camino de vuelta andando rápido, llegaba a comer antes que en autobús. Ponme sólo un cazo, mamá, que no tengo hambre, y no me eches patatas, que he picado mucho en el recreo... No probaba el pan, bebía agua a todas horas, merendaba fruta y a la hora de cenar les decía que no se preocuparan, que ya se haría ella algo, que tenía mucho que estudiar. Cuando todos estaban viendo la tele, entraba en la cocina sin hacer ruido, se hacía medio tomate aliñado, una tortilla francesa, y lavaba la sartén para que nadie se diera cuenta.
Todos se dieron cuenta, porque tenía diecisiete años y adelgazó mucho más deprisa de lo que ella misma se habría atrevido a creer, sobre todo desde que volvieron a la playa para quedarse, a principios de julio, y se convirtió en la campeona de la boya roja, la única bañista que nadaba cuatro veces al día hasta el extremo del canal náutico. Para aquel entonces, el ejercicio ni siquiera le daba hambre, y mientras recorría la playa a paso ligero se sentía bien, contenta, mejor que nunca.
A mediados de agosto, el bañador negro se le había quedado tan grande que se le llenaba de arrugas cuando estaba seco, de bolsas dentro del agua. Mañana quiero ir al mercadillo, anunció una tarde, en un tono cuidadosamente despojado de emoción, igual me compro un bañador, porque éste está ya muy viejo... Nadie la acompañó en su día de su gloria, y por eso, antes de perderse en el barullo de los puestos, pasó por la farmacia, se pesó, comprobó que había perdido un kilo más, y ya eran veintidós.
Al día siguiente estrenó un bañador blanco, alto de pierna, sin hombreras. Le sentaba tan bien que, cuando se agachó para dejar las chanclas debajo de la sombrilla, su hermano mayor se levantó de la toalla.
-¿Qué hay que hacer? -le preguntó solamente.
-Ven conmigo -contestó ella.

miércoles, 24 de octubre de 2012

ABDOMINALES, DE LO FÁCIL A LO DIFICIL










CALENTAMIENTO, cómo se hace


EL CALENTAMIENTO


Lo primero que debemos saber es que este es su nombre y no pre-calentamiento. Es un error que se sigue viendo incluso en artículos especializados cuando los redactan personas ajenas al deporte.
El calentamiento es una actividad preparatoria, previa a otra de mayor intensidad, bien sea la parte más fuerte del entrenamiento o bien la competición deportiva. Se trata de una serie de ejercicios que nos predisponen física y mentalmente a una actividad de alta intensidad previniendo lesiones.
Un buen calentamiento debe ser progresivo, ir de menos a más. Fluido, no debe haber pausas indebidas. General, o sea, que afecte a todo el organismo, y de modo que no lleguemos nunca al cansancio.

¿Cuánto debemos calentar? Pues depende:
  Más cuanto mayor sea nuestro nivel deportivo, cuanto más frío haga, cuanto más temprano sea, si somos mayores (los adultos tienen menor plasticidad muscular y articular), cuanto más corta es la prueba (un saltador, un velocista, un acróbata, etc.), cuando la competición es de importancia, si salimos de una lesión o tenemos secuelas de ellas.
Los niños pequeños no precisan prácticamente calentamiento pues su cuerpo es muy elástico y las articulaciones muy laxas, lo que evita lesiones.
Un buen calentamiento nos permite rendir hasta un treinta por ciento más y hace que desde el primer instante estemos compitiendo a tope. Los mejores deportistas cuidan mucho este apartado, Indurain era especialmente meticuloso y su sucesor, Lance Amsgtron no se queda atrás, por algo será.

¿Qué partes o pautas debemos cumplir en un calentamiento completo?
Son cuatro de duración similar cada una de ellas.
PRIMERA PARTE: denominada puesta en marcha, que pretende movilizar el corazón y los pulmones, para que la sangre llene los músculos y se aumente la presencia de oxígeno en las arterias. Dura uno diez - quince minutos normalmente y la vamos a dividir en dos Se puede hacer de abajo hacia arriba o al revés y deben participar los principales grupos articulares (tobillos, rodillas, caderas, columna vertebral, hombros y cuello). Son movilizaciones suaves que mejoran las sensaciones articulares “recolocando el cuerpo”. B- trote o carrera suave, a bajas pulsaciones, mínimo tres minutos, lo normal entre cinco y diez.

SEGUNDA PARTE: llamada de flexibilidad. En ella hacemos estiramientos, con hincapié en los músculos que mayor esfuerzo van a realizar. Un futbolista las piernas, un nadador los brazos. Dura entre cinco y diez minutos y a veces es aconsejable intercalar algún ejercicio de fuerza suave, sobre todo dirigido a los abdominales y lumbares. El efecto estimulante de la primera parte se reduce pues los estiramientos son relajantes. Su acción es similar a la que se produce en un chicle: antes de masticarlo si lo forzamos se rompe, después de morderlo un rato (es decir, después de hacer estiramientos) podemos hacer globos grandotes que no se rompe ( o sea, podemos hacer grandes esfuerzos).
TERCERA PARTE: dedicada a los ejercicios de carácter dinámico general. Son ejercicios hechos preferentemente en carrera, pero con una creciente intensidad, poco a poco vamos ganando en velocidad y fuerza. Vuelven a subirnos el pulso, pero además nos estimulan el sistema nervioso y muscular. Son los típicos ejercicios de talones glúteos, skipin (correr levantando rodillas), de espaldas, lateral, cruzando pies, carreras a saltos, etc. Dura entre cinco y diez minutos.
CUARTA PARTE: sólo cuando hay competición, es la destinada a la velocidad específica y a los elementos propios del deporte. Un saltador de longitud hará saltos con carrera más corta. Un vallista hará salidas de tacos y pasará varias vallas. Un jugador de basket lanzará a canasta, pases y entradas. Un bailarín ejecutará elementos de equilibrio y giros. Dura otros cinco diez minutos.
Vemos que un buen calentamiento ocupa entre veinte y cuarenta minutos. Y el deportista que no lo haga bien tiene pocas posibilidades de triunfo y muchas de lesionarse.
Tras un buen calentamiento no debe haber fatiga y sí ganas de jugar o competir.
¡A CALENTAR!

Departamento de Educación Física

martes, 23 de octubre de 2012

ADELE,Set Fire To The Rain


2º BACHILLER,libros recomendados


LIBROS RECOMENDADOS PARA 2º DE BACHILLER

·         pRESENTAR, MÁXIMO ÚLTIMO DÍA DE ENERO
·         BREVE RESUMEN, COMENTARIO Y OPINIÓN PERSONAL CRÍTICA
·         sE PUEDE ENVIAR POR CORREO ELECTRÓNICO
·         NOMBRE, APELLIDOS Y CURSO.
·         MÁXIMO 10 FOLIOS
·         SE VALORA PRESENTACION, ORIGINALIDAD Y CORRECCIÓN EXPRESIVA.

SINOPSIS

En busca de una respuesta, Christopher MacDougall se encuentra con la tribu de los mejores corredores de larga distancia del mundo. Aislados por el terreno más abrupto de América del Norte, los misteriosos tarahumaras de las barrancas del cobre en México son los guardianes de un arte perdido. Durante siglos han seguido técnicas que les permiten correr cientosde kilómetros sin descanso y perseguir desde un ciervo hasta un maratoniano olímpico y disfrutar de ello. Con ingenio y sabiduría, MacDougall va de los laboratorios más avanzados de Harvard a los valles soleados y los picos nevados donde cada vez más corredores empujan hasta el límite sus cuerpos. El secreto de la felicidad está a tus pies.

SINOPSIS

En las sociedades desarrolladas, las llamadas enfermedades de la opulencia, como el colesterol, la diabetes o la obesidad, afectan a gran parte de la población mayor de 40 años y, en los últimos años, están amenazando a nuestros hijos. El mono obeso es un libro de lectura urgente, porque nos encamina hacia la comprensión y, por lo tanto, hacia la prevención de estos problemas acuciantes. En él, el profesor Campillo analiza el papel que juegan nuestros genes en el desarrollo de las enfermedades y nos explica que muchas de estas dolencias proceden de la incompatibilidad entre el diseño evolutivo de nuestro organismo y el uso inadecuado que de él hacemos. El conocimiento de nuestra evolución es esencial para comprender los cambios ocurridos en la alimentación de nuestros antepasados y las adaptaciones metabólicas que tuvieron que superar.Lo que pretende El mono obesoes ayudarnos a encontrar el camino para hacer las paces con nuestro diseño y conseguir que los genes de la era prehistórica y nuestras formas de vida actuales estén en armonía para poder gozar de una vida más saludable y, posiblemente, más larga y feliz.

lunes, 22 de octubre de 2012

KATHRINE SWITZER, LA MUJER Y EL DEPORTE


TEST DE CONDICIÓN FÍSICA


TABLA COURSE NAVETTE


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BAREMO DE CALIFICACIÓN (expresado en periodos) para chicos y chicas no entrenados.